Today we inaugurate a new section: Ecomuseums
in Spain. The purpose of this section is to reflect the years of research on
Spanish ecomuseology. It is an opportunity to describe (and share) all those
experiences that they have emerged in our country under the name of
"Ecomuseum".
Hoy inauguramos una nueva
sección: Ecomuseos en España. El propósito de esta sección es reflejar los años
de investigación sobre ecomuseología española. Es una magnífica ocasión para
describir (y compartir) todas aquellas experiencias que han surgido en nuestro
país bajo el rótulo de «Ecomuseo».
Esta sección aparecerá todos los
jueves. Aparte de las descripciones de los diferentes ecomuseos que se han
creado en España, se realizarán reflexiones, se aportarán datos y se intentará
que este espacio pueda ser un lugar de referencia, un observatorio, para el futuro
de la ecomuseología y la Museología Social española.
En esta primera entrega no
haremos una descripción de un ecomuseo en concreto, sino que realizaremos una
breve síntesis del fenómeno en España. Esto nos ayudará a entender cómo se han
gestado en nuestro país y qué características han desarrollado.
Contexto
– Context
The Ecomuseum (Community Museum, neighborhood
Museum, etc.) is a process, an utopia. In the historical moment of its creation
was an open door, to find new ways of relating the heritage, museums and
society.
Hace cuarenta y cuatro
años nacía un nuevo concepto, el ecomuseo, en una restaurante, La Flambee,
situado en las inmediaciones de la sede la UNESCO en París. La
avidez mental de Hugues de Varine-Bohan y las enseñanzas y experiencias
de Georges Henri Rivière daban vida a uno de los conceptos museológicos
más importantes del siglo XX. El término se hizo oficial cuando el Ministro
francés de medioambiente, Robert Poujalde, lo pronunció por primera vez en la
IX Conferencia General del Consejo Internacional de Museo (ICOM) celebrada en
Grenoble.
El
objetivo del ecomuseo no se encontraba en la conservación de unas colecciones,
sino en el uso de las funciones y herramientas que proporciona el museo y su
campo de conocimiento, la Museología, para contribuir social, cultural y
económicamente a una determinada comunidad. El museo, criticado desde hacía
décadas como templo, un mausoleo un cementerio, frío y pasivo, salía
definitivamente de sus muros para convertirse en un medio para el desarrollo
integral de la sociedad con la que cohabita.
El ecomuseo se convirtió
en un hito histórico en el cambio de mirada hacia los museos por parte de los
profesionales e instituciones, incluso de los usuarios; y un cambio en los
procesos de patrimonialización, pasando a cobrar mayor importancia la
contribución y participación del conjunto de la población en la construcción de
una identidad cultural.
Aunque
el ecomuseo, como concepto, nació en Francia, no fue algo espontáneo ni aislado
del mundo francófono. Desde los museos al aire libre escandinavos de
finales de siglo XIX, los museos comunales franceses, los museos de barrio estadounidenses y los museos comunitarios latinoamericanos de los
años sesenta, o desde la creación de la disciplina de la Interpretación del Patrimonio, que nacía en los Parques Nacionales estadounidenses en los años
cincuenta; el concepto de patrimonio fue ampliándose de su tradicional visión reducida
a lo histórico-estético y alejándose de su estructura vertical –del profesional
a la sociedad– en su proceso de patrimonialización, para alcanzar un enfoque
cultural-antropológico del término y una horizontal en su proceso de
patrimonialización, donde la sociedad tuviera mayor protagonismo.
Este
sentimiento integral de tratar el patrimonio y su relación con la sociedad
pronto caló en los museos. La Mesa Redonda de Santiago de Chile de 1972
organizada por el ICOM se ha considerado el punto de inflexión formal en el que la noción de Museo
Integral, llámese ecomuseo, museo comunitario, museo de barrio, etc., tuvieron
un reconocimiento a nivel internacional. En 1985 llegó un nuevo impulso para
este reconocimiento con la ceración
del Movimiento Internacional para la Nueva Museología (MINOM), asociado
al ICOM-UNESCO. Un organismo que se encargará de impulsar experiencias
museológicas comunitarias y de velar por que la función social de los museos
sea algo más que un punto en la redacción de planes estratégicos.
Pilares del ecomuseo – Ecomuseum’s mailstones
En 1980 aparecía la tercera y
definitiva definición evolutiva elaborada por Rivière[1]:
Un ecomuseo
como un instrumento que el poder y la población conciben, fabrican y explotan
conjuntamente. El poder, con los expertos, las instalaciones, y los recursos
que ponen a disposición; la población, según sus aspiraciones, sus
conocimientos y su idiosincrasia.
Un espejo
donde la población se contempla para reconocerse, donde busca la explicación
del territorio en el que está enraizada y en el que se sucedieron todos los
pueblos que la precedieron, en la continuidad y la discontinuidad de las
generaciones. Un espejo que la población ofrece a sus huéspedes, por hacerse
entender mejor, en el respeto de su trabajo, de sus comportamientos y de su
intimidad.
Una
expresión del hombre y de la naturaleza. El hombre es allí interpretado en
relación a su ámbito natural, y la naturaleza está presente en su estado
salvaje, pero también tal como la sociedad tradicional y la sociedad industrial
la transformaran a su imagen.
Una
expresión del tiempo, cuando la interpretación remonta hasta el momento de la
aparición y se va escalonando a través de los tiempos prehistóricos e
históricos para desembocar en el tiempo del hombre de hoy. Con una apertura al
mañana, sin por ello arrogarse poderes de decisión, el ecomuseo cumple una
función en el campo de la información y del análisis crítico.
Una
interpretación del espacio: de espacios privilegiados donde detenerse, donde
caminar.
Un
laboratorio, en cuanto contribuye al estudio histórico y contemporáneo de la
población y de su entorno y favorece la formación de especialistas en la
materia, en cooperación con otras organizaciones de investigación.
Un
conservatorio, en la media en que contribuye a la preservación del patrimonio
natural y cultural de la población.
Una escuela,
en la media en la que asocia esta población a sus actividades de estudio y de
protección, donde le incita a tomar mayor conciencia de los problemas que
plantea su propio futuro.
Este
laboratorio, este conservatorio, esta escuela se inspiran en principios comunes.
La cultura a la que pertenecen debe ser entendida en su sentido más amplio, y
es por eso que se esfuerzan por hacer conocer su dignidad y su expresión
artística, cualquiera sea el estrato social del que emanan esas experiencias.
Su diversidad no conoce límites, a tal punto difieren sus elementos de un caso
a otro. Su característica es la de no encerrarse en sí mismos: reciben y dan.
Es interesante destacar que el
prefijo eco no es una mera alusión a la ecológica, «le préfixe ‘éco(logique)’
se réfère a une notion d’écologie humaine et aux relations dynamiques que
l’homme et la société établissent avec leur tradition, leur environnement et
les processus de transformation de ces éléments» (Varine-Bohan, 1978 :
31). Es decir, la ecología, ahora sustituida por la palabra sostenibilidad y
sustentabilidad, significaba un visión integral de una actividad museal hacia
un sujeto y no, como en la museología tradicional, enfocada hacia el objeto.
Los
parámetros en los que se basará serán: la democracia cultura; un nuevo y triple
paradigma (de la monodisciplinariedad a la pluridisciplinariedad, del público a
la comunidad y del edificio al territorio); la concienciación; un sistema
abierto e interactivo; y el diálogo entre sujetos (Marc
Maure, 1996: 127-132). Parámetros que serán válidos
no únicamente para los ecomuseos, sino también para aquellas experiencias como
los museos de barrio o los museos comunitarios y para a Nueva Museología en
general.
Queda
patente el sentido social del ecomuseos, la horizontalidad de una gestión
democrática, donde son tan importantes los profesionales como los habitantes y
el territorio como lugar de participación. Se caracterizaban por cuatro
características básica (1978: 31-34):
- La comunidad como objeto y
sujeto del ecomuseo. Los ecomuseos nacen del análisis preciso de la
comunidad y de sus necesidades. Este análisis debe provenir no sólo de los
profesionales sino especialmente de la comunidad, es la forma de llegar a
la concienciación y a la cultura crítica.
- El ecomuseo es un elemento
de desarrollo. Supera las funciones del museo tradicional de herramienta
para la educación formal y la conservación de un patrimonio.
- El patrimonio es la materia
prima para la acción del ecomuseo. Su documentación y catalogación con la
participación de la comunidad es una pauta para la evolución del ecomuseo.
En este sentido se vuelve crucial conocer y recuperar la Memoria, en
sentido de patrimonio oral e intangible, de la comunidad.
- Educación integral. Este
trabajo lleva a una educación en todos los sentidos sobre la comunidad y
sus actores. Una forma de concienciar de que el entorno y lo que se crea
en sociedad puede ser útil para la misma como testimonio de la identidad o
como herramienta de desarrollo.
Jean Claude
Duclos en su texto L’écomusée, Histoire
et actualité (1990) resumía las características de los ecomuseos a tres
pilares básicos: la participación de la comunidad; la contribución de las
funciones de los museos (conservación, investigación y difusión) a la reflexión
crítica de la población sobre su situación, su entorno y su identidad; y la
utilización de una pluridisciplinariedad en la construcción de una experiencia
ecomuseal que se adapte a las necesidades de la población y esté atenta a los
cambios que se vayan produciendo. El desarrollo comunitario y la transformación
social se perfilan como las metas finales.
El ecomuseo debe pretender, por
tanto, entre sus realidades, ser un análisis de la estructura, problemáticas y
alternativas de una comunidad determinada, y de las necesidades de sus
habitantes, de su territorio y la evolución hacia el futuro de la misma. El
ecomuseo no busca una eficacia técnica institucional sino el desarrollo de una
conciencia crítica comunitaria. Los ecomuseos son entidades vivas, cambiantes y
sin un modelo único y rígido (Rivière, 1989, Davis, 1999, Corsane, 2006 entre
otros). Cada comunidad es diferente, cada necesidad social y territorial demanda
una forma de actuar precisa.
Teóricos y profesionales que han trabajado en el mundo
de la ecomuseología han partido de estás bases especificándolas o
desarrollándolas fundamentalmente en la idea de la participación de la
comunidad en la creación y gestión del ecomuseo, y en la idea del desarrollo
del territorio de la propia comunidad y del territorio. Tal es el caso de Patrick
Boylan (1992), Hamrin and Haulander (1995), Kazuoki Ohara (1998), PeterDavis (1999), Maurizio Maggi (2000), Gerard Corsane (2006) o PierreMayrand (2009) entre otros.
Hacia el consenso
La tipología ecomuseal podemos
afirmar que se compone de ciertas partes imprescindibles que forman los pilares
distintivas con otras instituciones. Estas son: el individuo, como ente
catalizador de la cultura crítica y actor del cambio; la comunidad como el
sujeto del ecomuseo y la portadora de la iniciativa; la memoria colectiva como
el nexo de unión de la comunidad y otro de sus elementos: el patrimonio
cultural y natural; y el entorno, un territorio. Todos estos elementos son el
engranaje que debe llegar a un estado de utopía o de desarrollo y evolución
constante del ecomuseo como así lo haría la propia comunidad. Los medios para
alcanzar este objetivo: la presentación museográfica, la interpretación y
reapropiación del entorno, la concienciación y el diálogo, la participación
integral por parte de la comunidad en todas las partes del ecomuseo, y la
mirada a largo plazo en política de desarrollo sostenible.
En la actualidad la ecomuseología
y, más concretamente, los ecomuseos, se dividen esencialmente entre la
utilización del modelo anglosajón seguido por Peter Davis y del modelo más
francófono en consonancia con las ideas de Pierre Mayrand. A primera vista
resultaría patente que el primer modelo pone su énfasis en la sostenibilidad
ambiental y social y el segundo recalca el protagonismo de la comunidad como actor
principal sobre el entorno.
Pero una visión más detallada
atisba numerosos puntos de encuentro entre ambos:
· Todos tienden a considerar el
ecomuseo como un acto de acción democrática y descentralizado en la que lo
importante es la suma de las partes y la interacción entre las mismas.
· El patrimonio intangible como
memoria para concienciar a la población y trabajar en su desarrollo es
fundamental, en ciertos casos más que la recuperación simple de bienes
materiales.
· La concienciación sobre el
respeto entorno como espacio geográfico natural y urbano donde habita
naturaleza y el ser humano es clave para comprender la acción ecomuseal.
· El desarrollo sostenible en
sentido amplio. Las actividades humanas, económicas y sociales, deben ser
entendidas a largo plazo, al igual que la preservación y disfrute del medio
ambiente.
· El ecomuseo es una entidad
holística. Es la suma de la comunidad y el medio en el que se desarrolla. El
ecomuseo no es la recuperación de un entorno y un patrimonio para fomentar las
actividades turísticas, sino el desarrollo sostenible de cualquier tipo de
actividad que se desee implementar.
Siguiendo estas pautas podemos
concluir que la creación de una experiencia ecomuseal parte de un situación de
crisis vista desde el punto de vista de la pérdida de identidad,
despoblamiento, recesión económica o un conjunto de dichos paradigmas. El
cúmulo de estos factores despierta las inquietudes de individuos o asociación
vecinal en lo que se denominaría un movimiento asociativo minoritario, que realiza
una serie de acciones y actividades para activar la vida social y cultural de
una comunidad determinada y de un territorio dado. En ocasiones, estas
actividades se traducen la recuperación de bienes patrimoniales, difusión con
sentido de provocación a las instituciones locales pertinentes de la necesidad
de reapropiar la identidad que la sociedad post-industrial de finales del siglo
XX y finales del XXI había perdido.
Las inquietudes de esos
movimientos minoritarios se traducen en una continua política de concienciación
a los diferentes agentes de la población y del territorio. La sociedad es el
foco principal al que se dirige esta provocación. Las herramientas para esta
concienciación pasan por las acciones sociales por medio de las juventudes, la
recuperación e interpretación Cultural y Natural. Los poderes públicos son una
parte esencial para el apoyo de las iniciativas. Y finalmente debe apoyarse al
mismo tiempo de una red de socios profesionales de diferentes disciplinas,
foráneos o pertenecientes a la comunidad, para la rigurosidad de las medidas
acometidas.
El
ecomuseo (museo comunitario, museo de barrio, etc.) es un proceso, una utopía,
un organismo vivo. En el momento histórico de su gestación fue una puerta
entreabierta por la que salir a buscar formas diferentes de relacionar el
patrimonio, los museos y la sociedad; fue la forma de construir, mediante la
concienciación patrimonial y la pedagogía global, futuros sostenibles.
La
situación de España
España
es uno de los países en el que los ecomuseos han proliferado en las últimas
décadas. La historia de la construcción de una museología social en España y
del nacimiento, y desarrollo, de los ecomuseos no fue paralela a la de países
vecinos y pioneros en esta materia como Francia, Italia o Portugal.
La
historia más reciente de España está marcada por una cruenta y dolorosa Guerra
Civil (1936-1939); por una dictadura que tuvo sumido al país en un paréntesis
de las corrientes –intelectuales, culturales, sociales, etc.– internacionales
durante casi cuarenta años (1939-1975); y por una democracia pactada y
tranquila. La sociedad española, desde la transición y la Constitución de 1978
entró en un proceso de cambio copernicano caracterizado fundamentalmente por la
descentralización del país y la creación de un estado de Autonomías, la
inserción en los procesos de globalización cultural y económicos mundiales, la
entrada en la sociedad de consumo, ocio y bienestar, y el ingreso con pleno
derecho en los órganos y organismos políticos a nivel internacional. esto se
puede traducir en:
·
Un régimen de Autonomías ávidas de recuperar la
identidad cultural arrebatada por el periodo dictatorial. Una carrera por
revalorizar todo lo autóctono. Las Autonomías otorgaron la libertad a que cada
región, a cada individuo, para sentir su identidad cultural dentro de una
identidad nacional.
·
La entrada en la Unión Europea ofrecía un panorama
inmejorable de desarrollo para todas aquellas regiones y localidades que se
encontraban fuera de las políticas turísticas de Sol y Playa. Los programas de
Desarrollo Comunitario (LEADER, PRODER, etc.) jugaran un papel decisivo en la
creación de instituciones culturales a escala local, entre las que se incluyen
museos etnográficos, centros de interpretación y, por supuesto, ecomuseos.
·
Los años ochenta y principios de los noventa fueron
los años del crecimiento económico, del boom
demográfico y de la conquista de la sociedad de bienestar y de consumo.
España
tuvo, en poco menos de quince años desde la muerte del dictador, que empaparse
de los años de incomunicación asimilando e implementando teorías y prácticas
foráneas ya consolidadas; así como construir líneas propias de pensamientos y
metodológicas en materia patrimonial y museística que, como en todo adolescente
democrático, jugase un papel esencial en la autorrealización.
Los
ecomuseos españoles han surgido fundamentalmente en dos espacios temporales
fundamentalmente: entre los años 1990 – 1995; y 2000 – 2005. Ambos periodos
coinciden con un momento de desarrollo económico y social concreto de España.
No obstante, hay que mencionar que algunas de las experiencias más emblemáticas
de la museología social (ecomuseología) española surgieron de iniciativas
prácticamente minoritarias en los años ochenta como es el caso de Molinos,
Valls d’Àneu o Almedinilla.
Debemos recordar,
igualmente, que el «ecomuseo» no es una tipología reconocida por la normativa
museal española, con lo que es complicado rastrear y clasificar las
experiencias que van surgiendo. Así mismo, esto puede hacer que se queden fuera
experiencias que usando parámetros de la museología social no están dentro de
su panorama, en ocasiones simplemente por que sus promotores desconocen o no están
en los círculos profesionales o académicos del patrimonio y la museología.
En una
semana comenzaremos a «destripar» la ecomuseología española.
Óscar
Navajas Corral
Phd.
Museología.
[1] RIVIÈRE, G.H
(1985). «Tercera definición, versión de 1980». Revista Museum, nº 148, vol. XXXVII, nº 4:
182-183.