jueves, 30 de julio de 2015

Sección: Ecomuseos en España – Spain Ecomuseums


Today we inaugurate a new section: Ecomuseums in Spain. The purpose of this section is to reflect the years of research on Spanish ecomuseology. It is an opportunity to describe (and share) all those experiences that they have emerged in our country under the name of "Ecomuseum".


Hoy inauguramos una nueva sección: Ecomuseos en España. El propósito de esta sección es reflejar los años de investigación sobre ecomuseología española. Es una magnífica ocasión para describir (y compartir) todas aquellas experiencias que han surgido en nuestro país bajo el rótulo de «Ecomuseo».

Esta sección aparecerá todos los jueves. Aparte de las descripciones de los diferentes ecomuseos que se han creado en España, se realizarán reflexiones, se aportarán datos y se intentará que este espacio pueda ser un lugar de referencia, un observatorio, para el futuro de la ecomuseología y la Museología Social española.

En esta primera entrega no haremos una descripción de un ecomuseo en concreto, sino que realizaremos una breve síntesis del fenómeno en España. Esto nos ayudará a entender cómo se han gestado en nuestro país y qué características han desarrollado.


Contexto – Context

The Ecomuseum (Community Museum, neighborhood Museum, etc.) is a process, an utopia. In the historical moment of its creation was an open door, to find new ways of relating the heritage, museums and society.


Hace cuarenta y cuatro años nacía un nuevo concepto, el ecomuseo, en una restaurante, La Flambee, situado en las inmediaciones de la sede la UNESCO en París. La avidez mental de Hugues de Varine-Bohan y las enseñanzas y experiencias de Georges Henri Rivière daban vida a uno de los conceptos museológicos más importantes del siglo XX. El término se hizo oficial cuando el Ministro francés de medioambiente, Robert Poujalde, lo pronunció por primera vez en la IX Conferencia General del Consejo Internacional de Museo (ICOM) celebrada en Grenoble.

El objetivo del ecomuseo no se encontraba en la conservación de unas colecciones, sino en el uso de las funciones y herramientas que proporciona el museo y su campo de conocimiento, la Museología, para contribuir social, cultural y económicamente a una determinada comunidad. El museo, criticado desde hacía décadas como templo, un mausoleo un cementerio, frío y pasivo, salía definitivamente de sus muros para convertirse en un medio para el desarrollo integral de la sociedad con la que cohabita.

El ecomuseo se convirtió en un hito histórico en el cambio de mirada hacia los museos por parte de los profesionales e instituciones, incluso de los usuarios; y un cambio en los procesos de patrimonialización, pasando a cobrar mayor importancia la contribución y participación del conjunto de la población en la construcción de una identidad cultural.

Aunque el ecomuseo, como concepto, nació en Francia, no fue algo espontáneo ni aislado del mundo francófono. Desde los museos al aire libre escandinavos de finales de siglo XIX, los museos comunales franceses, los museos de barrio estadounidenses y los museos comunitarios latinoamericanos de los años sesenta, o desde la creación de la disciplina de la Interpretación del Patrimonio, que nacía en los Parques Nacionales estadounidenses en los años cincuenta; el concepto de patrimonio fue ampliándose de su tradicional visión reducida a lo histórico-estético y alejándose de su estructura vertical –del profesional a la sociedad– en su proceso de patrimonialización, para alcanzar un enfoque cultural-antropológico del término y una horizontal en su proceso de patrimonialización, donde la sociedad tuviera mayor protagonismo.

Este sentimiento integral de tratar el patrimonio y su relación con la sociedad pronto caló en los museos. La Mesa Redonda de Santiago de Chile de 1972 organizada por el ICOM se ha considerado el punto de inflexión formal en el que la noción de Museo Integral, llámese ecomuseo, museo comunitario, museo de barrio, etc., tuvieron un reconocimiento a nivel internacional. En 1985 llegó un nuevo impulso para este reconocimiento con la ceración del Movimiento Internacional para la Nueva Museología (MINOM), asociado al ICOM-UNESCO. Un organismo que se encargará de impulsar experiencias museológicas comunitarias y de velar por que la función social de los museos sea algo más que un punto en la redacción de planes estratégicos.


Pilares del ecomuseo – Ecomuseum’s mailstones

En 1980 aparecía la tercera y definitiva definición evolutiva elaborada por Rivière[1]:

Un ecomuseo como un instrumento que el poder y la población conciben, fabrican y explotan conjuntamente. El poder, con los expertos, las instalaciones, y los recursos que ponen a disposición; la población, según sus aspiraciones, sus conocimientos y su idiosincrasia.
Un espejo donde la población se contempla para reconocerse, donde busca la explicación del territorio en el que está enraizada y en el que se sucedieron todos los pueblos que la precedieron, en la continuidad y la discontinuidad de las generaciones. Un espejo que la población ofrece a sus huéspedes, por hacerse entender mejor, en el respeto de su trabajo, de sus comportamientos y de su intimidad.
Una expresión del hombre y de la naturaleza. El hombre es allí interpretado en relación a su ámbito natural, y la naturaleza está presente en su estado salvaje, pero también tal como la sociedad tradicional y la sociedad industrial la transformaran a su imagen.
Una expresión del tiempo, cuando la interpretación remonta hasta el momento de la aparición y se va escalonando a través de los tiempos prehistóricos e históricos para desembocar en el tiempo del hombre de hoy. Con una apertura al mañana, sin por ello arrogarse poderes de decisión, el ecomuseo cumple una función en el campo de la información y del análisis crítico.
Una interpretación del espacio: de espacios privilegiados donde detenerse, donde caminar.
Un laboratorio, en cuanto contribuye al estudio histórico y contemporáneo de la población y de su entorno y favorece la formación de especialistas en la materia, en cooperación con otras organizaciones de investigación.
Un conservatorio, en la media en que contribuye a la preservación del patrimonio natural y cultural de la población.
Una escuela, en la media en la que asocia esta población a sus actividades de estudio y de protección, donde le incita a tomar mayor conciencia de los problemas que plantea su propio futuro.
Este laboratorio, este conservatorio, esta escuela se inspiran en principios comunes. La cultura a la que pertenecen debe ser entendida en su sentido más amplio, y es por eso que se esfuerzan por hacer conocer su dignidad y su expresión artística, cualquiera sea el estrato social del que emanan esas experiencias. Su diversidad no conoce límites, a tal punto difieren sus elementos de un caso a otro. Su característica es la de no encerrarse en sí mismos: reciben y dan.

Es interesante destacar que el prefijo eco no es una mera alusión a la ecológica, «le préfixe ‘éco(logique)’ se réfère a une notion d’écologie humaine et aux relations dynamiques que l’homme et la société établissent avec leur tradition, leur environnement et les processus de transformation de ces éléments» (Varine-Bohan, 1978 : 31). Es decir, la ecología, ahora sustituida por la palabra sostenibilidad y sustentabilidad, significaba un visión integral de una actividad museal hacia un sujeto y no, como en la museología tradicional, enfocada hacia el objeto.

Los parámetros en los que se basará serán: la democracia cultura; un nuevo y triple paradigma (de la monodisciplinariedad a la pluridisciplinariedad, del público a la comunidad y del edificio al territorio); la concienciación; un sistema abierto e interactivo; y el diálogo entre sujetos (Marc Maure, 1996: 127-132). Parámetros que serán válidos no únicamente para los ecomuseos, sino también para aquellas experiencias como los museos de barrio o los museos comunitarios y para a Nueva Museología en general.

Queda patente el sentido social del ecomuseos, la horizontalidad de una gestión democrática, donde son tan importantes los profesionales como los habitantes y el territorio como lugar de participación. Se caracterizaban por cuatro características básica (1978: 31-34):

  1. La comunidad como objeto y sujeto del ecomuseo. Los ecomuseos nacen del análisis preciso de la comunidad y de sus necesidades. Este análisis debe provenir no sólo de los profesionales sino especialmente de la comunidad, es la forma de llegar a la concienciación y a la cultura crítica.

  1. El ecomuseo es un elemento de desarrollo. Supera las funciones del museo tradicional de herramienta para la educación formal y la conservación de un patrimonio.

  1. El patrimonio es la materia prima para la acción del ecomuseo. Su documentación y catalogación con la participación de la comunidad es una pauta para la evolución del ecomuseo. En este sentido se vuelve crucial conocer y recuperar la Memoria, en sentido de patrimonio oral e intangible, de la comunidad.

  1. Educación integral. Este trabajo lleva a una educación en todos los sentidos sobre la comunidad y sus actores. Una forma de concienciar de que el entorno y lo que se crea en sociedad puede ser útil para la misma como testimonio de la identidad o como herramienta de desarrollo.

Jean Claude Duclos en su texto L’écomusée, Histoire et actualité (1990) resumía las características de los ecomuseos a tres pilares básicos: la participación de la comunidad; la contribución de las funciones de los museos (conservación, investigación y difusión) a la reflexión crítica de la población sobre su situación, su entorno y su identidad; y la utilización de una pluridisciplinariedad en la construcción de una experiencia ecomuseal que se adapte a las necesidades de la población y esté atenta a los cambios que se vayan produciendo. El desarrollo comunitario y la transformación social se perfilan como las metas finales.

El ecomuseo debe pretender, por tanto, entre sus realidades, ser un análisis de la estructura, problemáticas y alternativas de una comunidad determinada, y de las necesidades de sus habitantes, de su territorio y la evolución hacia el futuro de la misma. El ecomuseo no busca una eficacia técnica institucional sino el desarrollo de una conciencia crítica comunitaria. Los ecomuseos son entidades vivas, cambiantes y sin un modelo único y rígido (Rivière, 1989, Davis, 1999, Corsane, 2006 entre otros). Cada comunidad es diferente, cada necesidad social y territorial demanda una forma de actuar precisa.

Teóricos y profesionales que han trabajado en el mundo de la ecomuseología han partido de estás bases especificándolas o desarrollándolas fundamentalmente en la idea de la participación de la comunidad en la creación y gestión del ecomuseo, y en la idea del desarrollo del territorio de la propia comunidad y del territorio. Tal es el caso de Patrick Boylan (1992), Hamrin and Haulander (1995), Kazuoki Ohara (1998), PeterDavis (1999), Maurizio Maggi (2000), Gerard Corsane (2006) o PierreMayrand (2009) entre otros.


Hacia el consenso

La tipología ecomuseal podemos afirmar que se compone de ciertas partes imprescindibles que forman los pilares distintivas con otras instituciones. Estas son: el individuo, como ente catalizador de la cultura crítica y actor del cambio; la comunidad como el sujeto del ecomuseo y la portadora de la iniciativa; la memoria colectiva como el nexo de unión de la comunidad y otro de sus elementos: el patrimonio cultural y natural; y el entorno, un territorio. Todos estos elementos son el engranaje que debe llegar a un estado de utopía o de desarrollo y evolución constante del ecomuseo como así lo haría la propia comunidad. Los medios para alcanzar este objetivo: la presentación museográfica, la interpretación y reapropiación del entorno, la concienciación y el diálogo, la participación integral por parte de la comunidad en todas las partes del ecomuseo, y la mirada a largo plazo en política de desarrollo sostenible.

En la actualidad la ecomuseología y, más concretamente, los ecomuseos, se dividen esencialmente entre la utilización del modelo anglosajón seguido por Peter Davis y del modelo más francófono en consonancia con las ideas de Pierre Mayrand. A primera vista resultaría patente que el primer modelo pone su énfasis en la sostenibilidad ambiental y social y el segundo recalca el protagonismo de la comunidad como actor principal sobre el entorno.

Pero una visión más detallada atisba numerosos puntos de encuentro entre ambos:

·      Todos tienden a considerar el ecomuseo como un acto de acción democrática y descentralizado en la que lo importante es la suma de las partes y la interacción entre las mismas.

·      El patrimonio intangible como memoria para concienciar a la población y trabajar en su desarrollo es fundamental, en ciertos casos más que la recuperación simple de bienes materiales.

·      La concienciación sobre el respeto entorno como espacio geográfico natural y urbano donde habita naturaleza y el ser humano es clave para comprender la acción ecomuseal.

·      El desarrollo sostenible en sentido amplio. Las actividades humanas, económicas y sociales, deben ser entendidas a largo plazo, al igual que la preservación y disfrute del medio ambiente.

·      El ecomuseo es una entidad holística. Es la suma de la comunidad y el medio en el que se desarrolla. El ecomuseo no es la recuperación de un entorno y un patrimonio para fomentar las actividades turísticas, sino el desarrollo sostenible de cualquier tipo de actividad que se desee implementar.

Siguiendo estas pautas podemos concluir que la creación de una experiencia ecomuseal parte de un situación de crisis vista desde el punto de vista de la pérdida de identidad, despoblamiento, recesión económica o un conjunto de dichos paradigmas. El cúmulo de estos factores despierta las inquietudes de individuos o asociación vecinal en lo que se denominaría un movimiento asociativo minoritario, que realiza una serie de acciones y actividades para activar la vida social y cultural de una comunidad determinada y de un territorio dado. En ocasiones, estas actividades se traducen la recuperación de bienes patrimoniales, difusión con sentido de provocación a las instituciones locales pertinentes de la necesidad de reapropiar la identidad que la sociedad post-industrial de finales del siglo XX y finales del XXI había perdido.

Las inquietudes de esos movimientos minoritarios se traducen en una continua política de concienciación a los diferentes agentes de la población y del territorio. La sociedad es el foco principal al que se dirige esta provocación. Las herramientas para esta concienciación pasan por las acciones sociales por medio de las juventudes, la recuperación e interpretación Cultural y Natural. Los poderes públicos son una parte esencial para el apoyo de las iniciativas. Y finalmente debe apoyarse al mismo tiempo de una red de socios profesionales de diferentes disciplinas, foráneos o pertenecientes a la comunidad, para la rigurosidad de las medidas acometidas.

El ecomuseo (museo comunitario, museo de barrio, etc.) es un proceso, una utopía, un organismo vivo. En el momento histórico de su gestación fue una puerta entreabierta por la que salir a buscar formas diferentes de relacionar el patrimonio, los museos y la sociedad; fue la forma de construir, mediante la concienciación patrimonial y la pedagogía global, futuros sostenibles.


La situación de España

España es uno de los países en el que los ecomuseos han proliferado en las últimas décadas. La historia de la construcción de una museología social en España y del nacimiento, y desarrollo, de los ecomuseos no fue paralela a la de países vecinos y pioneros en esta materia como Francia, Italia o Portugal.

La historia más reciente de España está marcada por una cruenta y dolorosa Guerra Civil (1936-1939); por una dictadura que tuvo sumido al país en un paréntesis de las corrientes –intelectuales, culturales, sociales, etc.– internacionales durante casi cuarenta años (1939-1975); y por una democracia pactada y tranquila. La sociedad española, desde la transición y la Constitución de 1978 entró en un proceso de cambio copernicano caracterizado fundamentalmente por la descentralización del país y la creación de un estado de Autonomías, la inserción en los procesos de globalización cultural y económicos mundiales, la entrada en la sociedad de consumo, ocio y bienestar, y el ingreso con pleno derecho en los órganos y organismos políticos a nivel internacional. esto se puede traducir en:

·       Un régimen de Autonomías ávidas de recuperar la identidad cultural arrebatada por el periodo dictatorial. Una carrera por revalorizar todo lo autóctono. Las Autonomías otorgaron la libertad a que cada región, a cada individuo, para sentir su identidad cultural dentro de una identidad nacional.

·       La entrada en la Unión Europea ofrecía un panorama inmejorable de desarrollo para todas aquellas regiones y localidades que se encontraban fuera de las políticas turísticas de Sol y Playa. Los programas de Desarrollo Comunitario (LEADER, PRODER, etc.) jugaran un papel decisivo en la creación de instituciones culturales a escala local, entre las que se incluyen museos etnográficos, centros de interpretación y, por supuesto, ecomuseos.

·       Los años ochenta y principios de los noventa fueron los años del crecimiento económico, del boom demográfico y de la conquista de la sociedad de bienestar y de consumo.

España tuvo, en poco menos de quince años desde la muerte del dictador, que empaparse de los años de incomunicación asimilando e implementando teorías y prácticas foráneas ya consolidadas; así como construir líneas propias de pensamientos y metodológicas en materia patrimonial y museística que, como en todo adolescente democrático, jugase un papel esencial en la autorrealización.

Los ecomuseos españoles han surgido fundamentalmente en dos espacios temporales fundamentalmente: entre los años 1990 – 1995; y 2000 – 2005. Ambos periodos coinciden con un momento de desarrollo económico y social concreto de España. No obstante, hay que mencionar que algunas de las experiencias más emblemáticas de la museología social (ecomuseología) española surgieron de iniciativas prácticamente minoritarias en los años ochenta como es el caso de Molinos, Valls d’Àneu o Almedinilla.

Debemos recordar, igualmente, que el «ecomuseo» no es una tipología reconocida por la normativa museal española, con lo que es complicado rastrear y clasificar las experiencias que van surgiendo. Así mismo, esto puede hacer que se queden fuera experiencias que usando parámetros de la museología social no están dentro de su panorama, en ocasiones simplemente por que sus promotores desconocen o no están en los círculos profesionales o académicos del patrimonio y la museología.


En una semana comenzaremos a «destripar» la ecomuseología española.


Óscar Navajas Corral
Phd. Museología.




[1] RIVIÈRE, G.H (1985). «Tercera definición, versión de 1980». Revista Museum, nº 148, vol. XXXVII, nº 4: 182-183.

lunes, 27 de julio de 2015

La práctica de la ecomuseología

The ecomuseum practice is based on the participation of society in the formation and evolution of the museum with the clear purpose of social, cultural and economic development of their own society.

La práctica ecomuseológica está fundamentada en la participación de la sociedad, en la constitución y evolución del museo con el claro fin del desarrollo social, cultural y económico de dicha sociedad.

La comunidad es la detentora de un patrimonio portador de una identidad intrínseca tanto a su evolución histórica, como a su espacio: el territorio. Este, el territorio, es el lugar en el que la comunidad, en forma de individuo o de colectivo, se desenvuelve.

Tanto por las características que de por sí lleva implícitas la institución museal al estar al servicio de la sociedad, como el ingrediente diverso y antropológicamente variable que contiene lo Humano, y la frenética creación de entidades ecomuseales que se están gestando en los últimos quince años nos ha instado a redactar estas observaciones.

Este manual pretende, por tanto, proporcionar unas recomendaciones que oriente a profesionales, estudiantes, personal técnico, entidades privadas y administraciones públicas para un correcto uso de la terminología ecomuseal y para analizar cualquier actividad que pretenda enmarcarse dentro de los parámetros establecidos por las corrientes de la Museología Social y de los ecomuseos.

Los estudiantes y el personal en proceso de formación en materia museológica, patrimonial o cultural podrán usar estas pautas como puntos de referencia, tanto de análisis como de crítica, para futuras investigaciones en el ámbito de los ecomuseos y la Museología Social y en la evolución de esta ciencia, la Sociomuseología, en continua evolución.

Los profesionales en activo tendrán, en este libretto, una herramienta para el trabajo activo. Lejos de plantear un manual teórico, el profesor Mayrand, ha confeccionado esta guía también como un arma de acción directa para la planificación, creación, desarrollo y evaluación del trabajo ecomuseal. Este binomio entre teoría y praxis es, por otra parte, algo que ha caracterizado la vida profesional y académica del propio Pierre Mayrand.

Por último, las entidades privadas y las administraciones públicas tendrán aquí un manual de referencia para planificar proyectos de índole ecomuseal. Igualmente podrá utilizarse en el momento de emplear, contratar o solicitar asesoramiento en el desarrollo de un ecomuseo o una práctica ecomuseológica.

El carácter disperso al que ha llegado la ecomuseología en todo el mundo ha propiciado este libro blanco de buenas prácticas en un intento de recoger unos mínimos de calidad y consenso en los proyectos ecomuseales tanto de aquellos que están en continuo proceso como aquellos que se inician.

La diversidad de proyectos que existen en la actualidad, la difícil tarea de tratar la participación comunitaria de un ecomuseo como si fuese una solución matemática rígida, y la idiosincrasia de los conceptos ha hecho que estas recomendaciones que recogemos partan con la intención, única y humilde, de contribuir y aportar mayor coherencia al apelativo de ecomuseo y de ecomuseología.

El ecomuseo es una experiencia única planteada a largo plazo para la gestión de un Patrimonio (Natural y Cultural), de un territorio y de una comunidad que lo habita y se desenvuelve en él. Es una forma museal entendida para la retroalimentación identitaria de un espacio determinado que, como apunta la definición de Museo del Consejo Internacional de Museos (ICOM), está al servicio de la sociedad y de su desarrollo.

Óscar Navajas Corral
Phd. Museología

Prólogo del libro de Pierre Mayrand (2009): Manual del proceder delecomuseo: el libreto del promotor

viernes, 24 de julio de 2015

Indicadores de un Ecomuseo

The Ecomuseum is an organic social entity arising from the agreement of a community for the development of their territory. The Ecomuseum is not seeking an institutional technical efficiency, but the development of a community critical awareness. The ecomuseum is a tool to free the initiative and community action.

El ecomuseo es una entidad social orgánica que surge del pacto de una comunidad entera para su desarrollo y el de su territorio.

La palabra ecomuseo se pronunció por primera vez en la IX Conferencia del Consejo Internacional de Museos (ICOM) de Grenoble y París de 1971 por el Ministro de Medio Ambiente Francés, Poujalde, para designar una tipología de museos que se comenzaba a desarrollar asociada a los Parques Naturales Regionales franceses de la década de los años sesenta y setenta.

Con el nacimiento en 1973 del primer ecomuseo comunitario en la Comunidad Urbana de Creusot – Montceau-les-Mines, el ecomuseo entraba en una nueva fase en la que se separaba de su corriente ligada al ambientalismo y a los Museos al Aire Libre escandinavos para acercarse a la iniciativa y la autogestión comunitaria.

Aunque el ecomuseo es un fenómeno francés pronto su filosofía y sus metodologías influyeron en otras partes del mundo (Canadá, Portugal, Brasil, etc.), que veían en esta tipología una forma de desarrollar de una forma democrática territorios y comunidades deprimidas económicamente, con problemas sociales o con alguna necesidad socio-cultural. A la par, el sentimiento de preocupación por la recuperación de la identidad de las comunidades por medio de la concienciación patrimonial y el uso, de ésta, para su propio desarrollo no era de exclusividad francófona. Los museos de barrio estadounidenses o los museos comunitarios mexicanos son experiencias que completaran un panorama de necesidad de cambio en la concepción el museo. Esencialmente, la necesidad de un museo útil y acorde a las necesidades de la comunidad con la que habita.

A mediados de los años setenta nos encontramos con un panorama en el que diferentes experiencias apelaban por una transformación del museo tradicional. Ecomuseo, museo de barrio, museo comunitario, o el recién aprobado museo integral en la Mesa Redonda de Santiago de Chile (ICOM-UNESCO, 1972). Un panorama rico, con una filosofía similar, pero que dificultaba –y dificulta– la diferenciación con otro tipo de tipologías museales; más si cabe cuando la museología más tradicional había poco a poco potenciando su función social acercándose a los diferentes públicos (visitantes turistas y/o excursionistas) por medio de la mejora de sus programas, actividades y medios comunicaciones y museográficos.

No obstante han sido numerosos los autores (Duclos, 1991; Boylan, 1992; Hamrin y Haulander, 1995; Davis, 1999; Corsane, 2006; Mayrand, 2010) que han teorizado desde la reflexión el trabajo de campo sobre los indicadores (características) propias de un ecomuseo. En estas líneas se recogen un mínimo de condiciones que debe cumplir una experiencia ecomuseal:

1.     Una comunidad. Es la parte esencial del ecomuseo. Es el sujeto y objeto a la vez del ecomuseo.

2.     El reconocimiento de un territorio fragmentado no delimitado estrictamente por delimitaciones administrativas.

3.     Un Patrimonio Integral (Natural y Cultural: material e inmaterial). El patrimonio es una demarcación territorial sobre la que una comunidad ha ejercido históricamente su relación con el entorno. El trabajo del museólogo es detectar el marcaje de dicho territorio y los elementos esenciales que forman la identidad cultural de esa población.

4.     La acción social como acto altruista. El ecomuseo es una iniciativa que parte de la comunidad. Una comunidad concienciada y comprometida con la transformación social para un desarrollo futuro.

5.     Desarrollo. El ecomuseo es una fórmula para el desarrollo social, cultural y económico de un entorno determinado. El ecomuseo debe pretender, entre sus realidades, ser un análisis de la estructura, problemáticas y alternativas de una comunidad determinada. Las necesidades de sus habitantes, de su territorio y la evolución hacia el futuro de la misma.

El ecomuseo no busca, por tanto, una eficacia técnica institucional sino el desarrollo de una conciencia crítica comunitaria. El ecomuseo es un instrumento privilegiado del desarrollo comunitario, el cual no alude en primera instancia al conocimiento y a la puesta en valor de un patrimonio; o se pretende constituir como un simple auxiliar de un sistema educativo, informativo o del progreso cultural y de la democratización del acceso a la cultura. Sino que es una forma de liberar (pedagogía de la liberación) la iniciativa y acción comunitaria con unos objetivos comunes.

Este último punto ha hecho que los ecomuseos beban en cierta medida de una pretendida utopía que lejos de ser irrealizable lo que pretende mantener viva a una comunidad. Esto ha hecho que para muchos autores, incluso para su creador Hugues e Varine-Bohan, la palabra ecomuseo no sea lo relevante. Lo importante de los ecomuseos es el desarrollo integral y sostenible de la comunidad por medio de la concienciación y la reflexión crítica de su pasado y su presente.

El ecomuseo es un proceso. En este proceso debe estar implicada toda la población. En cada acción, desde el inventario, la puesta en valor, las acciones-pretextos (exposiciones, etc.), hasta la investigación, la gestión o la financiación debe tener representación comunitaria y deben tomarse las decisiones de forma democrática. Es la forma en la que se conseguirá la autogestión y la transformación social.


Óscar Navajas Corral
Phd en Museología

Reseña aparecida en el «Plan de Exhibición del Parque Criollo y Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes» (2013.